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"Navidad en Viena" por Nicoleta Talpa


      Era un frío diciembre en la pequeña ciudad de Albacete, que estaba vestida de fiesta. Las luces brillantes decoraban cada rincón, pero Alicia no sentía el espíritu navideño en el aire. Alicia tenía veinticinco años y trabajaba en la secretaría de un colegio. Llevaba un tiempo deseando cambiar algo en su vida y quería que esta Navidad fuera especial. Buscó en Internet ciudades europeas para pasar la Navidad y, al ver fotos navideñas de Viena, le encantó. ” Reservaré ya mi viaje  para otra aventura”. En unos días estaría en la mágica ciudad de los sueños navideños. Pensó Alicia aquella noche, antes de dormir.

     El día del viaje llegó. Se levantó temprano y se dirigió al aeropuerto. En el avión, Alicia miraba por la ventanilla, imaginando cómo sería la ciudad que se acercaba. Al aterrizar, el frío de Viena la recibió con una bocanada helada. Ya en el aeropuerto, decidió ir en tranvía hasta el centro para ver el famoso Mercado de Navidad de Viena. Mientras viajaba, fue observando todo a su alrededor. El tranvía se detuvo y al bajar se quedó maravillada: el mercado era un espectáculo, con cúpulas doradas, enormes árboles de Navidad, adornos con brillos y un aire lleno de aromas de castañas asadas y galletas de jengibre. La Navidad en Viena prometía ser mágica.

   Su hotel estaba cerca. Era un edificio antiguo con balcones cubiertos de nieve, que en ese momento caía como azúcar glas sobre Viena. Tras dejar su pequeño equipaje en el hotel,  Alicia salió por las calles elegantes de Viena y recordó que siempre había soñado encontrar el amor, especialmente en Navidad.

    De repente, un pequeño grupo de niños apareció frente a ella. Llevaban trajes tradicionales y cantaban villancicos. Alicia estaba encantada disfrutando del espectáculo. La música era mágica y todo el mundo empezó a aplaudir. La tarde avanzaba y la noche se acercaba. Las luces del mercado se encendieron, creando una atmósfera aún más encantadora. Se encontró con un puesto donde vendían bolas de cristal con nieve en su interior, que dejó fascinada a Alicia. El vendedor, un anciano con barba blanca, le mostraba a un joven una bola que llevaba dentro un árbol de Navidad contándole que cada una de esas bolas representaba un deseo y que mostraba el mundo en miniatura. 

     Alicia también le compró una bola. No podía dejar de sonreír al ver cómo la nieve caía lentamente dentro de la bola como si fuera nieve real. Aquel joven se quedó a su lado mirándola y, unos segundos después, la invitó a tomar un chocolate. Curiosamente, hablaba muy bien castellano. En principio, Alicia quiso negarse, pero se dejó llevar. Caminaron juntos por las calles nevadas de Viena y él le contó la historia de las bolas de nieve, que Alicia desconocía. No sabía que se habían originado en Viena más de cien años atrás y que cada una se fabricaba a mano. Cuando llegaron a una cafetería, aprovecharon para tomar un chocolate con nata, acompañado de galletas de jengibre con forma de hombrecito. El chocolate era tan espeso y dulce que a Alicia le pareció un abrazo tibio en el frío.

―Mi nombre es Alexander.
Alicia, un poco nerviosa le dijo su nombre y solamente entonces se fijó detenidamente en el chico. Era alto, con el pelo castaño y rizado, y unos ojos azules que parecían el cielo invernal. Tenía rasgos austriacos.

¿Qué planes tienes para estos días?
Alicia le conto sus planes de pasear y disfrutar de Viena hasta después de Navidad.
Quizá mañana podríamos ir a la ópera ―dijo Alexander―. Es la temporada de bailes vieneses.

Suena maravilloso ―le contestó Alicia, sintiendo que sus mejillas ardían de pronto.

    Pasaron la tarde hablando, riendo y conociéndose mejor. Alexander le contó que era profesor de literatura, de ahí su pasión por los idiomas. Ella, a su vez, le habló de su pasión por los libros y sobre sus sueños de viajar por el mundo. Mientras hablaban, la nieve seguía cayendo fuera. A Alicia le pareció que, aparte de guapo, Alexander era amable, inteligente y divertido.
Al día siguiente, Alicia se puso su vestido rojo favorito y un abrigo de lana blanca para quedar con Alexander y, al verlo llegar para recogerla, sintió una especie de nerviosismo y emoción.

Cuando llegaron a la ópera estatal de Viena, Alicia se quedó maravillada al ver la orquestra en vivo y parejas de bailarines bailando valses, vestidos con sus trajes glamurosos. 

¡Es precioso!

―Esto es para ti, para que recuerdes nuestras Navidad en Viena. Sé que nos conocemos solo desde de ayer, pero… sentí algo muy especial por ti desde el momento en que vi cómo mirabas aquella bola de nieve.

    Alicia le dio un abrazo. La Navidad nunca fue tan especial para ella. En ese momento sintió que su sueño de encontrar el amor en Navidad se había hecho realidad. Viena, con su nieve y sus luces navideñas, le había regalado el amor verdadero. Las fiestas de Navidad en Viena no eran solo una celebración, se convirtieron en un recordatorio de que el amor y la alegría siempre pueden encontrarse si elegimos ver la magia que hay a nuestro alrededor.

Nicoleta Talpa

El Copo de Nieve por Nicoleta Talpa

 
Nicoleta Talpa

  En Trevélez, el pueblo más alto de la península, hay paisajes espectaculares. Eso sí, todo cuestas, calles estrechas, empedradas…, originalidad que lo acredita como uno de los pueblos mas bonitos de España y uno de los primeros pueblos en recibir las nevadas.

     Un día frío de invierno, dos semanas antes de la Navidad, un niño llamado Rubén estaba esperando con ansia el regreso de su madre del hospital. Su corazón latía con emoción y un poco de preocupación, la casa todavía no estaba decorada y tampoco habían comprado el árbol de Navidad. Su padre le prometió que, en cuanto volviera su madre, irían los tres a por uno y los decorarían la casa como una familia feliz. 

     Rubén miraba por la ventana, con la nariz pegada al cristal empañado mientras los copos de nieve caían suavemente del cielo. El niño sabía que, sin su madre, la Navidad no sería lo mismo. Ella lo hacía todo especial: las galletas de jengibre, ponía villancicos y contaba historias mágicas sobre la Navidad.

   Recordó una leyenda sobre los copos de nieve, justo cuando uno de ellos se pegó a la ventana frente a la cara del niño y formó una pequeña flor de hielo.

    Rubén parpadeó. Vio el copo brillante y diferente de todos los demás. Entonces se le ocurrió una idea genial: salir a la calle y hacer un muñeco de nieve. “Haré algo para sorprenderla,” se dijo. Todo estaba cubierto de un blanco brillante y él miraba al cielo esperando ver caer esos copos mágicos. Estiró su mano y un copo aterrizó suavemente en su palma. Por un instante, el sintió una conexión mágica con la naturaleza, como si formara parte del entorno. Sintió la tristeza profunda que puede experimentar un niño, pero también su esperanza.

¡Hola Rubén! —dijo el copo, sorprendiéndolo—. Cada copo de nieve puede conceder un deseo y estoy aquí para ayudarte a cumplir el tuyo —le explico. 
 

Rubén pensó en su gran deseo: quería que su madre regresase a casa pronto, sana y feliz. La extrañaba mucho. Justo en ese momento escuchó el sonido de un coche. ¡Era papá! Y en la parte de atrás venía ¡mamá! 
Ella bajó del coche, despacito, con mucho cuidado, envuelta en una gran bufanda blanca y con una sonrisa enorme.

Mi pequeño explorador —decía. 

   Rubén corrió hacia ella y la abrazó con fuerza. “Vamos a tener una Feliz Navidad”, gritaba. 
   Al día siguiente, los tres fueron a por el árbol de Navidad y empezaron a decorar la casa. Habían esperado con ansiedad este momento durante mucho tiempo. La casa estaba llena de emoción y de cajas repletas de adornos navideños, de luces de colores, bolas brillantes y figuras. Y copos de nieve, muchos copos de nieve. Mientras empezaban a colocar las luces, mamá comenzó  a narrar una historia: “Érase una vez un copo de nieve…”. Rubén, emocionado, añadió: “Era un copo diferente a los demás, brillaba con un destello especial, como si llevara una gran luz interior…”.

Mamá le sonrió. Aquella noche, mientras miraban las luces parpadeando, Rubén sabía que esa Navidad sería la más mágica de todas, porque estaban los tres juntos.
                                                         
Nicoleta Talpa 

Curioso fenómeno este de la política...

   Curioso fenomeno este de la política y los que la práctican, en el que los que la práctican, su seguidores, afiliados, simpatizantes o afines a unas siglas, equipos o partidos, llámenlos como quieran,      promocionan, apoyan o/y difunden cualquier evento, certamen, festival, muestra, exposición, charla, conferencia, etc. ( muy lícito, faltaría más) en cualquier lugar, menos en su pueblo, ese, que por interés de ese mismo fenómeno llamado "política", cuando ellos consideren oportuno,  "bombardearan" con papeletas a "tutiplén" sin que nadie se lo pida. Lo siento, no lo entiendo, tenía que decirlo.

 La política debería ser, en mi opinión, ante todo, servicio a la comunidad más próxima. Sin embargo, la lógica partidista muchas veces convierte lo local en un simple “caladero de votos” y lo externo en un escaparate de influencia.

  ¿qué sentido tiene que se vuelquen en difundir cultura fuera, pero solo aparezcan en su pueblo cuando toca pedir el voto? Esa contradicción explica buena parte del desencanto político que tantas personas sienten.

   La música, los festivales locales, sus presentaciones a la prensa; Mancha Flock, Mawy Fest, MetalKañas, Festival Internacional de la Música, etc. no entienden de política, entienden de gente, de música, son eventos organizados con mucha ilusión y esfuerzo para todo un pueblo, no para parte de este, repito: ¡para todos!

 La política tiende a mirar hacia fuera antes que hacia dentro. Se prioriza la visibilidad regional o nacional , mientras que lo local se convierte en un terreno de voto más que de apoyo a la cultura. Esa contradicción explica el desencanto de muchos ciudadanos que ven cómo su pueblo solo “existe” para los partidos cuando toca repartir papeletas.

"VIVE LA MAGIA DE LOS ESCENARIOS" una exposición fotográfica que sigue sorprendiendo a los visitantes. Sala "La Ermitilla" Quintanar de la Orden


  La Sala de Exposiciones La Ermitilla de Quintanar de la Orden sigue recibiendo visitantes atraídos por la muestra fotográfica “VIVE LA MAGIA DE LOS ESCENARIOS” de Paco López.

  Enmarcada dentro de la programación de la XVI Semana Músico-Cultural organizada por la Unión Musical Quintanareña, esta exposición invita al público a descubrir la fuerza y la emoción que transmiten los escenarios a través de la mirada única del fotógrafo.

    La muestra, patrocinada por la Unión Musical Quintanareña, permanecerá abierta hasta el 15 de diciembre, ofreciendo una oportunidad irrepetible para disfrutar de la magia de la música y la fotografía en un mismo espacio.

 ¡No te pierdas esta experiencia cultural que está sorprendiendo a todos los visitantes!
 

     La música en directo es un ritual compartido, un instante irrepetible que se consume en el mismo momento en que sucede. Sin embargo, Paco López ha encontrado la manera de detener el tiempo y conservarlo: 122 fotografías que nos invitan a revivir la intensidad de los conciertos como si estuviéramos allí, frente al escenario, rodeados de luces y sonido.

  Cada imagen es un testimonio visual del poder transformador de la música. La distorsión de una guitarra, el brillo del sudor bajo los focos, la mirada cómplice entre artista y público, la vibración de un acorde que parece atravesar el aire… todo queda congelado en un instante que, sin la fotografía, se perdería para siempre. 

Inaugurada en el Museo "Casa de Piedra" de Quintanar la exposición “Ensamble” con obras de Antonio Arnau y Tomás Verdugo

  En la mañana del domingo 30 de noviembre, el Centro de Exposiciones Casa de Piedra de Quintanar de la Orden acogió la inauguración de la muestra artística “Ensamble”, con obras de los artistas Antonio Arnau y Tomás Verdugo.


   Una propuesta impulsada por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento con el objetivo de reunir obras de artistas locales junto a piezas del recordado Antonio Arnau, figura destacada en la pintura manchega.

  El encargado de abrir el acto fue Tomás Verdugo, quien expresó su agradecimiento al público asistente y al Ayuntamiento por facilitar el espacio para llevar adelante este proyecto que, en sus palabras, “nace como un homenaje al maestro Arnau”. Verdugo detalló que la exposición está compuesta por 35 obras, principalmente óleos sobre lienzo en lino y tabla, a las que se suman algunas fotografías. Las piezas abarcan un amplio recorrido temporal: desde trabajos de Arnau realizados en los años sesenta hasta creaciones recientes del propio Verdugo concebidas especialmente para esta muestra.  

   La exposición se articula en tres estilos. Por un lado, el inconfundible sello de Arnau, centrado en paisajes manchegos, tapiales, casas encaladas y parcillas bajo cielos oscuros y tormentosos. En contraste, Verdugo presenta obras marcadas por la luz primaveral, las amapolas y la calidez de los horizontes despejados de La Mancha, con un enfoque más impresionista que busca transmitir la emoción que despiertan los colores vibrantes de la estación. El tercer estilo surge del ejercicio de Verdugo por adaptarse al lenguaje de Arnau, reduciendo intensidad cromática y modificando formatos para generar una conexión visual entre ambos. 

  A este diálogo artístico se suma un cuidado mobiliario de los siglos XVII y XVIII, integrado en la sala para reforzar el vínculo entre las piezas y dotar de coherencia estética al conjunto expositivo.

  Tras Verdugo intervino Enrique Pedrero, Catedrático Doctor de Bellas Artes, quien aportó nuevos datos sobre la trayectoria de Arnau, incluidos premios y logros.

   Finalmente, el Alcalde de la localidad, D. Pablo Nieto Toldos agradeció la presencia de la familia Arnau y destacó la implicación de Verdugo en la vida cultural de Quintanar, resaltaba que, cada vez que ve a Tomás le recuerda a “una persona a la que siempre le ronda en la cabeza una idea que al final propone y lleva a cabo” calificándolo como “un promotor de la cultura de Quintanar” que siempre llevan por delante el nombre de la localidad.

   La exposición permanecerá abierta hasta el 18 de enero de 2026, con horarios de visita los viernes de 18:00 a 21:00, sábados de 12:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00 y domingos de 12:00 a 14:00.

Catalogo de la Exposición


ROSAS BAJO LA NIEVE por Nicoleta Talpa

    En un  pequeño pueblo rodeado de montañas, donde el invierno se adueñaba de cada rincón, las calles estaban cubiertas por un manto blanco que parecía eterno.

     La nieve caía suavemente, cubriendo todo a su paso, pero en el jardín de la casa de Alma un milagro se estaba gestando. Allí, bajo la nieve, florecían rosas, desafiando al frío y la adversidad.

    Alma había vivido en ese pueblo toda su vida, junto a sus padres y su abuela, que era florista. Su tienda, “El jardín de las rosas” era un refugio de colores vibrantes en medio de la montaña blanca del invierno. Alma, con su cabello dorado como el sol y los ojos como dos lagos en calma, era conocida por su curiosidad insaciable. Se pasaba todo el día ayudando a su abuela en el jardín, cuidando las rosas y plantando nuevas flores, y también recogían con mucho mimo flores para la tienda. Según su abuela, en este pueblo la nieve  no solo era un fenómeno natural, era mágica y tenía un poder especial que solo se revelaba en momentos de verdadera necesidad.

     Una tarde, mientras la nieve caía suavemente, un nuevo cliente entró en la tienda buscando un ramo de flores para su madre. Era Carlos, un joven artista que había regresado a su hogar tras varios años en la ciudad. Alma, sorprendida por su presencia, sintió que algo en su interior se despertaba.

    Mientras que Alma organizaba un ramo de rosas, Carlos se acercó y miró las rosas y a ella. Intrigado por las rosas que desafiaban al invierno, se acercó preguntando: “¿No se han congelado las rosas con la nieve?”.

   Alma sintió que sus mejillas se sonrojaban, pero aun así le sonrió y le habló sobre cada variedad de rosa con su amabilidad habitual.

“Es verdad que a veces la nieve puede escondernos las cosas bonitas que tenemos delante, pero la nieve aquí es mágica”, respondió Alma.

    Carlos cogió aquel ramo y, cuando llegó a casa y lo entregó a su madre, la aldea se inundó de risas y abrazos. Su hogar era un lugar cálido y acogedor,  que había echado de menos y pidió perdón a su madre por tardar tanto en volver a casa. Se sentía muy bien allí, en aquel pequeño pueblo que brillaba bajo la nieve, y sentía que el hogar no solo es un lugar, sino también una sensación de calor, comodidad y presencia. 

    A través del estrecho camino cargado de nieve, Carlos volvió al día siguiente a visitar la floristería. Caminaba por el pueblo, donde el tiempo parecía congelado y cada paso que daba parecía un cuento de invierno, pero sabiendo que  justo detrás de la puerta de aquella floristería estaba ella, Alma.

    A medida que pasaban los días Carlos comenzó a visitarla con frecuencia. Con cada encuentro, la conexión entre ellos se fortalecía, paseaban por el pueblo, conversado durante horas mientras la nieve caía suavemente a su alrededor.  El cielo ardía con suaves tonos de rosas y naranja con el último susurro de luz del día antes de que la noche tomase el control. Compartieron chocolate caliente en la cafetería local, donde el aroma del café recién hecho llenaba el ambiente, y Alma sintió que su corazón latía con más fuerza cada vez que Carlos estaba a su lado. La química entre ellos era innegable.

      Una noche, mientras la nieve caía, Alma invitó a Carlos a pasear por su jardín. Allí, entre luces y flores, le confesó que había estado esperando a alguien especial para compartir su amor por la naturaleza. Carlos le confesó sus sentimientos y le dijo que ella le había enseñado otra perspectiva sobre la vida.” Ahora lo sé, la nieve ha tenido el poder de unirnos. Me ha llevado por un camino desconocido, solo para encontrarte.” Una ráfaga de viento sopló, envolviéndolos en copos de nieve. Ambos rieron y  Alma sintió que su corazón se derretía como la nieve bajo el sol.

   Aquel invierno fue siempre para ellos un recuerdo feliz. Las rosas bajo la nieve se convirtieron en un símbolo de su amor, recordándoles que incluso en los inviernos más duros siempre hay lugar para la esperanza y la belleza. Los dos encontraron en aquel jardín un refugio, donde el amor florecía desafiando el frío y celebrando la vida.

NICOLETA TALPA 


La Encina centenaria "Doña Elena" seleccionada para el concurso nacional de árbol singular 2026 que convoca la ONG "Bosques sin Fronteras".

 La Asociación Cultural "Santiago Apóstol" y su revista "La Encina", están de enhorabuena, pues su propuesta sobre la encina "Doña Elena" ha sido seleccionada para el concurso nacional de árbol singular 2026, que convoca la ONG "Bosques sin fronteras".
   La encina enclavada, en el término de Quintanar de la Orden, tiene una vigorosa vitalidad, con una altura de 14 m., una envergadura del tronco de 4,50 m. y una copa piramidal de 24 m. de diámetro.
    Esta encina, de nombre científico Quercus ilex- tiene más de cien años de antigüedad y pertenece al monte quintanareño que hasta hace unos trescientos años tuvo una gran extensión; el primer nombre de la localidad fue Quintanar de la Encina, hasta que la Orden de Santiago, le cambió a su denominación actual; significaba el gran número de encinas que existió.
  Es símbolo del escudo actual de la villa quintanareña y en su plaza de la Constitución, frente Ayuntamiento de Quintanar de la Orden hay plantada un ejemplar que hace referencia de su presencia.
Nuestra propuesta nace porque nuestra revista "La Encina" debe su nombre a ella y el logotipo es la fisonomía de la actual encina Doña Elena.
    Bosques Sin Fronteras convoca el Premio Árbol Nacional y Europeo del Año, dirigidos a significar y valorar árboles que por diversas características son merecedores de un reconocimiento y respeto social.
El Chaparro de la Vega en Coripe (Sevilla) fue  el ganador del concurso Árbol del Año 2024 con 3.715 votos.