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Muertes Absurdas

 Hola, mi nombre es…, en realidad no importa cómo me llamo pero voy a contaros mi historia.

   Comienza un día como hoy de hace dos años, si, el 14 de marzo de 2020, que casualidad. Ese día contraje matrimonio, cómo podéis imaginar fue uno de los días más felices de mi vida, la fiesta se prolongó hasta bien entrada la mañana del día 15. Fue entonces cuando, entre los efectos del alcohol, nos enteramos que el presidente del gobierno había decretado el estado de alarma.

   No recuerdo como mi esposa y yo llegamos a nuestra nueva casa, supongo que algún amigo invitado a la boda nos llevó.

    Cuando por fin despertamos, bastante resacosos por cierto, fue cuando empezamos a darnos cuenta de la situación en la que estábamos inmersos. Evidentemente la declaración del estado de alarma trastocó todos nuestros planes, el viaje de bodas hacia Japón se había anulado.

    Fueron pasando los días, éramos felices los dos,,

sin salir de casa, ya os podéis imaginar. A las tres semanas me puse a trabajar de nuevo, no os he dicho que trabajaba en una empresa de desarrollo de videojuegos y a la vez era youtuber, por lo que mi trabajo lo desarrollaba desde casa.

    Siempre negué la existencia del famoso virus y por supuesto, cuando empezaron a hablar de las vacunas me opuse de forma clara a que me la administrasen. De hecho, en mi canal de YouTube siempre despotricaba contra los virólogos y demás expertos en salud pública, en este sentido, he de decir que mi esposa no estaba de acuerdo conmigo, pero no afectaba a nuestra vida en común.

    Pasaron los meses y por fin se levantó el confinamiento, fue en julio de ese 2020 cuando pudimos hacer ese viaje a Japón, fue increíble. A la vuelta me incorporé a mi centro de trabajo y seguía negando el virus y la eficacia de las vacunas. De hecho, procuraba no llevar mascarilla siempre que podía. Y así llegó diciembre, con sus navidades extrañas y el comienzo de la vacunación.

   En julio de 2021 nos llamaron para ponernos la vacuna, a mi esposa no se la pudieron poner porque estaba embarazada de un mes y yo, por supuesto, me opuse a que me la suministraran.

    A principios de agosto nos fuimos de vacaciones, fueron unas vacaciones desenfrenadas, fiestas que no acababan, desayunos con cava, y sexo, mucho sexo. Pero lo bueno se acaba y hubo que volver al trabajo.

     A los pocos días del regreso, mi esposa se empezó a sentir mal y fue al hospital, allí le diagnosticaron Covid, en cuestión de días hubo que ingresarla en el hospital, yo por supuesto seguía negando los efectos del virus y como no podía estar en el hospital con ella aprovechaba mis ratos libres para quedar con amigos y tomar algunas cervezas, por supuesto sin ningún tipo de medidas de protección.

    El día primero de octubre, pasaron a mi mujer a la UCI, la enfermedad avanzaba rápidamente, los médicos estaban muy preocupados por su estado y por el del cuerpo que llevaba dentro. Fue rápido y agónico, a finales de ese mes murió en la unidad de cuidados intensivos, tampoco pudieron hacer nada por el bebé.

    Días después del entierro dejé mi trabajo y ya no publicaba nada en mi canal. Empecé a caer en una depresión y a culparme de lo que le había ocurrido a mi familia. ¿Por qué no me protegí para protegerla a ella y a mi futuro hijo? me preguntaba constantemente, estaba claro que yo era el responsable de la desgracia que había ocurrido.

Hoy, dos años después del día de mi boda, estoy sentado en el andén de una estación de metro, me siento culpable de asesinato, porque lo que le hice a mi mujer fue un asesinato.

Ya oigo el tren acercarse, esta ha sido mi historia, espero que no la repitáis.

Adiós, las vías del tren me esperan.

Texto: L.A. Catalán.


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