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EL CUADERNO DE LA VIDA por Nicoleta Talpa

  Se avisaba un día nuboso y húmedo, pero de momento solamente caía una ligera llovizna. Aun así, Blanca prefería perderse, esconderse, jugando a ser, a estar , a sentir, abriendo sus brazos y recibirla..., disfrutar del día. 

  Blanca es una  chica sensible, que a veces piensa que ser así es un problema, que la vida la atraviesa con más intensidad. Se emociona con los pequeños detalles y le duelen las injusticias, aunque no le afecten directamente. Se estremece si escucha una canción o cuando alguien le cuenta su historia. Ella escucha sin juzgar, ve lo que no se dice y entiende antes de que el otro tenga que explicar. 

  Estaba en la ciudad con la que llevaba soñando toda su vida y ansiaba llegar a visitar el Palacio de Cristal. Sin saberlo, fue entonces, en aquellos días estando de viaje, cuando su vida empezó de verdad. Sonriendo, notando las gotas de lluvia bañando su cara, cada célula de su  cuerpo vibraba de curiosidad, ansiaba llegar en el corazón de Madrid, al parque del Retiro. La lluvia le daba vida y sus grandes pasos la llevaban por los rincones secretos del parque, así que cuando empezó a llover con fuerza abrió su paraguas. 

   “No dejes que la prisa del mundo dicte tu ritmo”  pensaba al ver a una pareja paseando en una barca en medio del lago, mientras reían a carcajada limpia bajo las gotas de la lluvia. 

      Parecía que el amor se escondía de ella entre la dulzura de lo invisible, o que ella estaba en un tiempo en el que el amor es perfecto para otros, pero no para ella. Pero mientras esperaba que apareciera lo que tanto deseaba, decidió escribir todo en un cuadernillo con letras eternas, que salían de sus sueños, de sus ilusiones... De repente, se desató una tormenta que obligó a buscar un refugio a toda la gente que estaba paseando por el parque. Blanca entró en una cafetería abarrotada de gente y se acomodó en una silla cerca de la ventana. Poco después miraba intensamente la página del cuaderno donde reflejó aquel paseo en el que estaba flotando entre lo desconocido, como una hoja al viento, ligera, a la aventura. 

Es precioso el espectáculo de las gotas de lluvia golpeando el lago.

  Esa frase parecía sacada de un poema que alguien estaba recitando en aquel momento ante de ella.

   Escuchando aquella voz de tacto suave, Blanca levantó la cabeza con sus grandes ojos y, sin parpadear, cruzó la mirada con otros ojos verdes, muy vivos, que la estaban observando fijamente.

   Sí, es precioso, pero a pesar de ello nosotros hemos huido escondiéndonos aquí dentro para no mojarnos. 

   Sus labios dibujaban malabares en el aire y de repente sintió que estaba cansada de estar allí sentada. Se levantó y él la siguió a la calle. Todavía chispeaba, pero aun así ambos siguieron paseando por el parque, hablando y extrañándose de aquel oasis verde en medio del bullicio de la ciudad. El parque, con sus amplios y hermosos jardines, estanques y monumentos es perfecto para pasear y disfrutar de un pícnic, alquilar bicis o navegar por el lago. Al llegar al Palacio de Cristal, aquel pabellón romántico, pudieron disfrutar de una auténtica obra arte y de una explosión de luz, a pesar de que el día nuboso no era el más adecuado para ello. Cuando tienes corazón, se nota, haces que tus momentos sean más hermosos, no es necesaria una cita. Sin haberlo planeado, hablas y paseas con alguien, sin rumbo fijo, en la misma dirección donde la magia baila con cada movimiento. Tenían sobre ellos una nube de felicidad al dejar de llover. Afortunadamente, aquella tarde la tormenta primaveral que descargó sobre Madrid se cubrió a continuación de colores en un espectáculo maravilloso, en forma de arco iris. Un arco iris enorme con sus siete colores brillantes: mucho rojo, naranja, amarillo, verde, índigo y un poco  violeta al final en un cielo muy definido de color azul.

 ¡Qué bonito!  dijo en voz baja, como si no quisiera estropear la magia del momento. Tenía los ojos llenos de lágrimas de emoción, mostrando su fragilidad sin temor. Sentía miedo, pero era un miedo bonito porque le brillaban los ojos al ver que él la miraba con ternura. Sonreía por dentro y se le notaba en los ojos, así que dejó de sentirse sola y apagada al tenerlo a su lado. A él le encantaba su sensibilidad y su ternura.

 Ser sensible no solo es algo precioso, es necesario: el mundo necesita más personas como tú  dijo él suavemente, acercándose a ella mientras le retiraba un mechón de pelo de la cara.

  Hay muchas personas que se cansan de la lluvia y muy pocos son capaces de apreciar y de disfrutarla como ellos dos, pero no es ningún secreto que sin lluvia nada crecería ni podríamos ver el arco iris. Ella ama los arcos iris, es como fundirse en colores y sensaciones increíbles que encienden el alma y llenan el corazón. 

 A veces las cosas no pasan como queremos, pero eso no significa que todo vaya mal: significa que todo va como debe ir. Entonces llega alguien que te cambia la vida y así comienza una nueva historia.

Texto: Nicoleta Talpa

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