La algarabía llegó a Villarobledo (Albacete) el miércoles aunque el festival comenzó el Jueves. Los niños nos recibían con los ojos como platos y veíamos como algunos jugaban con mazas y bolas haciendo malabarismos, mientras otros venden pendientes, camisas y todo lo imaginable ocupando su tranquilo e inhóspito pueblo. Los abuelos veían como su habitual paseo por el parque a la hora en que el sol se va a dormir era simplemente imposible. Este está ocupado por grupos que comparten cervezas, cigarros de la risa y miradas perdidas. También hay gente que se adapta y colocando una mesa improvisdada convierten el garage de su casa en un bar con lo indispensable para que la masa de gitanos llegados de todas partes de España sacien sus ganas de juerga.
La zona de acampada no descansa y se comparten conversaciones, risas y rones. La caseta se convierte en una prolongación del festival. Los gitanos abarcan todo el pueblo, todos los árboles tienen una caseta debajo. 70.000 personas. El sol aturde y se mezcla con gritos y canciones.
Ha sido un gran festival.
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