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El Juguete

Nicoleta Talpa

La máquina de escribir es elegante. Para algunos es solo una pieza para decorar un rincón  de la casa, o de su oficina, para conseguir un ambiente agradable. Pero para mí, forma parte de mi vida, yo escribo con ella a diario. Me encanta el sonido, escuchar el clack, clack, clack, de la máquina, disfruto escribiendo con ella. Mis dedos ya están acostumbrados a golpear las teclas, es cierto que no puedo olvidar lo que me costó lograrlo. Días y noches estuve insistiendo desde aquella noche  mágica en que me la trajeron los Reyes Magos. 

Aquel año escribí la carta a Sus Majestades, acompañada por el dibujo de una estrella de Oriente que le había enseñado a dibujar a mi hermana pequeña. Mi hermano mayor también enseño al pequeño a escribir su carta:

–Tenéis que disfrutar juntos y cuidar unos de otros –dijo mi padre.

Yo sabía que pedía algo muy caro, ya no era una niña para pedir una muñeca. Estaba en el instituto y a menudo escuchaba ese milagroso sonido de secretaría. Para mis padres era un gran sacrificio porque no solo tenían que regalarme a mí, sino a sus cuatro hijos.

Sus Majestades han leído tu carta –sonrió mi padre al ver mi cara de sorpresa cuando encontré la máquina de escribir en esa mañana del 6 de enero–. Hay que saber afrontar el futuro con ilusión. Ser dactilógrafa es una ocupación distinguida y digna para una mujer.  –Me animaba para formarme en esa profesión. 

La máquina de escribir había dado lugar a un oficio nuevo, casi siempre desempeñado por mujeres, aunque también había y hay hombres que la usaban. Pero yo aprendí a escribir porque me parecía tan original y tan bonito…, casi como un arte, simplemente fascinante dominar la técnica y la velocidad a la que puedo reflejar mis pensamientos en el papel. Hay algo muy especial acerca de la máquina de escribir, y es que cada una tiene caracteres únicos, diferentes sobre el papel. No solo escribo, siento que estoy creando algo que me representa: mis escritos. Entonces, cuando aprendí a escribir con ella, no sabía que aquello me cambiaría la vida. Ahora me alegro porque forma parte de mi existencia.

La magia existe: cuando el regalo expresa verdadero amor, generosidad y a veces sacrificio. Todos escribimos una carta a los Reyes Magos y a partir de ese año yo escribí la mía con esta máquina de escribir.

Un día miré todo lo que había escrito a lo largo de mi vida: novelas,  relatos, borradores… Todo es para y con amor: novelas románticas, cartas de amor…

¿Es posible que mis lectores se hayan aburrido con mi forma de escribir? A lo mejor estoy equivocada y la novela romántica ya no gusta. Como la nueva generación necesita algo nuevo, ¿no estaré muy anticuada? Me surgieron dudas sobre el tema de mi escritura y ya nada me parecía correcto, o interesante. Debería intentar escribir algo diferente, pensé.  Pero no me es posible porque todas las ideas y las tramas que se me ocurren están llenas de sentimientos. Bueno, debería intentarlo, a ver si me inspiró en algo diferente. Hay muchos  géneros  literarios, podría cambiar de estilo. Quizá deba dejar mi pasado atrás y concentrarme más en el presente y en mi futuro como escritora. Empecé a considerar seriamente buscar algún otro tema, incluso tomé algunas clases de escritura que tocaban distintos géneros.  Recordé a Schumann, el compositor y pianista alemán que, aparte de tocar el piano, también tenía inclinación por la literatura y escribió poemas y artículos. Hay que intentar cosas nuevas.

Después de un tiempo me senté ante mi máquina y empecé a escribir un relato criminal  que había escuchado esa mañana en la televisión. Como estaba bloqueada, decidí que tenía que escribir cualquier cosa. Me costó, es cierto, encontrar las palabras adecuadas para crear personajes desesperados… Pero aun así decidí escribir. Yo escribía y ella borraba… Pensaba que era cosa mía, que la imaginación se burlaba de mí. Volví a escribir rápidamente y sin mirar el teclado, pero al final la página seguía en blanco. ¡No me lo podía creer! Volví a escribir, esta vez golpeando las teclas con más fuerza. Nada. Pensé que la máquina se había estropeado, que ya era muy antigua, aunque no me había dado ningún problema hasta ese momento. Lo intenté de nuevo, sin resultado. Me levanté convencida que se había estropeado. Habían pasado muchos años desde que recibí este “juguete” que para mí se transformó en un juego tan satisfactorio. Entonces se me ocurrió hacerle la limpieza que le hago cada seis meses, aunque aún no le tocaba. Empecé quitando el polvo, haciéndole una limpieza suave. Esos momentos son muy especiales para mí porque así descubro partes y características nuevas de mi máquina de escribir. Hay una belleza escondida bajo el polvo y la pintura de la máquina. Utilizo unos trapos suaves, blancos, de algodón, un cepillo y una pasta de dientes especial, unos bastoncillos de los oídos y un  aceite especial, del tipo 3 en 1. Sumerjo un trapo en agua jabonosa, retiro la cinta y busco cualquier superficie que pueda tener moho: en el carro, en los bajos de la máquina… La limpio y la pulo con todos estos materiales.

Estamos en época de magia, ilusión y esperanza: la Navidad. La ciudad se llena de puestos de juguetes y regalos originales, tazas navideñas, galletas decoradas, escaparates atractivos, luces… Al pasar por una floristería, y entre la multitud de flores, vi una máquina de escribir idéntica a la mía, así que sentí curiosidad y entré. Compré un acebo en maceta  y al llegar a mi casa lo coloqué junto a la máquina de escribir. Ese fue el momento en que sentí una gran necesidad de escribir y me senté ante ella. El tacto suave de las teclas me transmitió la emoción de siempre , repasé con mis dedos toda la superficie de la máquina, como  queriendo conectar con ella. Cerré los ojos buscando algo que me inspirase para mi carta a los Reyes Magos  de este  año… La hoja estaba… No podía creerlo, en la hoja que unos segundos antes estaba en blanco aparecía algo escrito: 

“Confía en ti. Lo esencial de la creación corresponde al género que te representa”.

Realmente,  ¿quién soy yo para dudar de mí? ¿Qué sería yo sin mi pasado? Una página en blanco…

El pasado es lo mejor que tenemos cuando con la mirada perdida estamos rememorando lo bueno que quedó atrás. No podemos renunciar y olvidar algo que forma parte de nuestra existencia. Amo mi pasado, amo lo que he escrito hasta ahora. ¿Por qué dejarlo?

¿Por qué cambiarlo?

Voy a tener en cuenta esta lección durante toda mi vida. ¡Que la magia continúe!

Todos los derechos reservados © Nicoleta Talpa

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