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Nicoleta Talpa |
Sofía se acercó a un pintor que estaba delante de su caballete con su paleta de colores en la mano. A su lado tenía varios cuadros al óleo con paisajes marinos. El color del cielo y del mar es el que se podía apreciar en las demás obras, pero a ella le llamaron la atención los colores que había en ese cuadro en el que el pintor estaba trabajando, que era como un regalo para sus ojos.
Se detuvo mirándolo e imaginó una preciosa historia tras los aromas que sintió porque su mente siempre está buscando la historia que precede a la creación.
Había una puerta abierta y dentro se veía un frasco de perfume sobre un tocador. Entró en aquel espacio, atravesando la luz y el calor, en secreto, sin que el artista lo supiera.
Sintió que se paseaba por un mercado de flores, con la sensación de tener pétalos mojados sobre la piel. Multitud de pétalos de color rosa empezaron a caer sobre ella y sobre el frasco de perfume. Imaginó un jardín de rosas en todo su esplendor, donde estaba creándose ese perfume fresco y suave de rosas que nació para seducir. Al sentir la caricia de un pétalo en la mano, se la llevó a la nariz. Todo era simple, pero a la vez tan profundo, nostálgico….El perfume lo llevaba ella.
Despertó pensando que los pintores tienen el poder de cambiar el mundo con su sensibilidad, pero a nosotros nada nos impide viajar con los sentidos. Podemos hacer que suceda, confiando en la magia de los sueños. Debemos comprender que no hay decisiones equivocadas, solo caminos más o menos complicados para llegar al mismo sitio: a uno mismo.
Texto: Nicoleta Talpa ©
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