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Un año en primera línea contra el Covid-19. Entre el miedo y la impotencia de tener que despedir a personas que aprecias. Carlos Ruiz Sierra nos cuenta sus cicatrices, que seguro que son las de muchos de sus compañeros.

Música Quintanar, Amanece que no es poco

"Nunca he vivido una guerra pero estoy seguro que lo que encontré al llegar puede ser lo más parecido" 

"Las primeras semanas fueron horribles. Personas muy jóvenes perdiendo la vida. Familias destrozadas".

 "La clase política de este país siempre ha esperado que el sector sanitario dé lo mejor de sí mismo. Y siempre ha cumplido. Si lo planteásemos al revés y nosotros esperásemos lo mejor de ellos el resultado no sería el mismo".

Así nos cuenta Carlos Sierra su experiencia contada desde primera línea contra el Covid-19 en la UCI del Hospital Mancha Centro de Alcázar de S. Juan.

   En el momento que estoy escribiendo estas palabras se cumple un año de la declaración del estado de alarma.

    Cada uno tenemos muy en mente como eran nuestras vidas en ese momento.

    La mía era la de un chico joven que tuvo que irse en 2016 al extranjero en busca de una estabilidad laboral que mi país no me ofrecía a pesar de estar altamente cualificado.

   El polémico Brexit me "obligaba" a volver a casa y volver a intentarlo pero todo se adelantó unas semanas cuando las noticias que llegaban desde España hablaban de un inminente colapso sanitario.

   Entre medias recibo un mensaje: "Carlos, sé que vuelves a España. En Alcázar han abierto una UCI nueva y te necesitamos".

Ironías de la vida. Sentirse necesario cuando años atrás eras todo lo contrario.

  Por supuesto ni me lo pensé y puse todo mi empeño y experiencia adquirida en combatir al virus.

    Nunca he vivido una guerra pero estoy seguro que el escenario que me encontré al llegar puede ser lo más parecido. Pacientes de una gravedad extrema, compañeros que no habían pisado una UCI nunca, actitud terapéutica desconocida, más compañeros que estaban de baja infectados en casa,....todo esto si lo ves desde fuera puede dar pensamiento a catástrofe pero si por algo se caracteriza el ser humano es por ser resiliente.

  Recuerdo las primeras semanas que fueron horribles. Personas muy jóvenes perdiendo la vida. Familias destrozadas. Dónde no llegaba la medicina tenía que llegar la humanidad. Y nosotros teníamos bien claro que allí nadie se iba a marchar sólo.

  Desgraciadamente viví la parte más amarga de la profesión cuando te toca despedir a alguien a quien aprecias. Esas son las cicatrices que me ha dejado esta guerra.

Seguían pasando las semanas y todas ellas con un denominador común: el miedo.

Miedo a llevarte el virus a casa y contagiar a tu familia.

Música Quintanar
    Durante muchos meses los hospitales fueron los sitios más inhóspitos del mundo. Hemos necesitado psicólogos puesto que hemos visto cara a cara al verdadero coronavirus.

   Nos aferrábamos a las pocas cosas positivas que nos rodeaban. Tardó bastante pero por fin había gente que se salvaba.

Las cosas buenas también llegaron en forma de solidaridad.

 Alimentos donados de forma altruista que nos hacían recargar fuerzas en el poquísimo tiempo que disponíamos. Recuerdo con mucha alegría el día que nos regalaron una tablet de tal forma que la distancia entre paciente y familia se acortaba gracias a las videollamadas.

Hemos sido la voz y la esperanza de muchas familias y en ese aspecto todos nosotros hemos mejorado como profesionales y como personas.

  La vida siguió y nos plantamos en Navidad. El comienzo de la tercera ola y personalmente la peor con diferencia.

 Esta tercera ola nos ha hecho mucho más daño del que creemos. Significa volver a tropezar con la misma piedra. Significa que a pesar de estar viendo esa piedra, seguimos tropezando.

    La clase política de este país siempre ha esperado que el sector sanitario dé lo mejor de sí mismo. Y siempre ha cumplido. Si lo planteásemos al revés y nosotros esperásemos lo mejor de ellos el resultado no sería el mismo. 

Remar todos a una como lo hemos hecho se convierte en algo inútil si nadie lo hace empezando desde los que mandan y se pelean entre sí y terminando con la persona que se fue a cenar en navidad con 10 personas sin ser consciente del daño que ha hecho.

Ese desgaste ha hecho mucha mella en nosotros hasta tal punto de llevarnos a la indiferencia o la apatía.

Aquellos aplausos en los balcones han quedado tan lejanos que incluso producen algo de irritación cuando hablamos de ello.

Hemos salido de la tercera ola. Una tercera ola muy similar a lo que vimos en Marzo. He vuelto a tener que ver en primera persona despedidas, ser esa persona que alguien necesita para desahogarse. Cuando al final pasas tanto tiempo con una persona bajo tu cuidado corres el riesgo de implicarte en todo, tanto lo bueno como lo malo. Seremos de las pocas profesiones que se van a casa pensando en alguien ajeno.

En términos médicos hemos aprendido mucho y lo hemos aprovechado para salvar muchas más vidas. Lamentablemente y por lo que vemos en el día a día no todos han aprendido la lección. Se siguen perdiendo muchas vidas y una cifra de 300 muertos al día se ha normalizado hasta tal punto que te trastorna cuando haces autorreflexion. Tristemente la incidencia acumulada vuelve a subir. A pocos días de la semana Santa se ha vuelto a elegir economía por encima de salud. El tiempo dirá si se ha vuelto a tropezar con la misma piedra que mencioné anteriormente con la seguridad de que ahí estaremos nosotros para levantaros; a ti, a tu padre, madre, hijo o amigo porque esto al final llega a todos

Sigo trabajando con miedo a pesar de que estoy vacunado. La vacuna es el principio del final de todo esto. Eso es INNEGOCIABLE. Un final que se alargará si se siguen haciendo las cosas mal.

Texto:  Carlos Ruíz Sierra

Inmensamente agradecido por seguir dándonos lecciones. 


1 comentario:

  1. Un testimonio muy real contando desde la experiencia vivida en propia persona. Un virus que nos ha cambiado nuestras vidas y que para volver a ella la única forma de vivir tranquilos son las vacunas que están llegando muy lentas.Los políticos están actuando con mucha lentitud ya que para que toda la economía se reactive es muy urgente actuar.

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